Nos hemos separado ¿Y ahora qué?
Independientemente de cuáles hayan sido las circunstancias que han propiciado la decisión de separarse como la mejor de las opciones disponibles, la cuestión es que la ruptura de la relación implica una pérdida muy importante y representa el fin del proyecto en común que teníamos con nuestra pareja. Después de una separación, es normal que la persona pase por un período de tiempo de inestabilidad a nivel emocional. Así pues, lo más probable es que se den altibajos emocionales y que se experimenten sentimientos contrapuestos y estados de ánimo variables. Esta inestabilidad refleja el intento de ajuste que la persona realiza para adaptarse a la nueva situación. Hay que tener en cuenta que, además de la pérdida de la relación de pareja en sí misma, se producen, a la vez, un conjunto de repercusiones como pueden ser cambios y pérdidas a nivel familiar, una notable afectación del bienestar económico que podía sustentar la pareja de forma conjunta, o cambios a nivel social, como podría ser la pérdida de amigos comunes. En caso de que los sentimientos de infelicidad perduren en el tiempo, entonces, quizás sería recomendable buscar ayuda por parte de un profesional para prevenir la posible aparición de un trastorno del estado del ánimo.
Los sentimientos que podemos experimentar después de la ruptura pueden resultar contradictorios y generarnos dudas y sensación de confusión e inseguridad. Algunos de estos sentimientos pueden ser los que siguen:
La negación. Por lo general, al miembro de la pareja que no ha tomado la decisión de separarse le cuesta aceptar esta nueva situación. En algunos casos, este sentimiento de negación le ayuda a mantener la esperanza de una posible reconciliación. Esto dificulta que la persona pueda elaborar el proceso de duelo y le dificulta retomar su vida sentimental junto a otra persona o bien sin pareja pero con la aceptación de la ruptura y construyendo de forma proactiva la vida que desea tener.
La sensación de libertad. Otro sentimiento que puede experimentar la persona que se acaba de separar es una sensación de liberación y de serenidad. Esta sensación suelen experimentarla aquellas personas que han tomado unilateralmente la decisión de separarse o que la han tomado de forma consensuada con el otro miembro, así pues, este sentimiento no lo experimentan tanto aquellas personas a las que la separación les ha venido impuesta por la determinación del otro miembro (decisión en la que ellos no ha participado ya que ha sido tomada de forma no consensuada).
El bloqueo emocional. En algunos casos, incluso al cabo de muchos años, la persona sufre y vive de forma muy dolorosa el recuerdo de la separación, esto se debe, probablemente, al hecho que la persona no ha reconstruido su vida de forma lo suficientemente satisfactoria y a que no ha valorado la separación como una oportunidad para introducir cambios positivos en su vida.
Cerrarnos en mantener nuevas relaciones. A menudo, en el caso de ruptura inesperada; cuando se ha descubierto que nos han mentido en la relación o cuando ha habido algún tipo de maltrato, la persona presenta dificultades para volver a confiar en una nueva pareja. En estos casos, nos cerramos a la posibilidad de formalizar otra relación.
Si este repertorio de sentimientos se posterga en el tiempo, es recomendable que busquemos la ayuda de un profesional que nos acompañe en el proceso de superación de la ruptura. Ambos miembros tienen todo el derecho -y deben- a ilusionarse con nuevos proyectos que les ayuden a llevar de la mejor forma posible esta nueva situación. A partir de la separación, ambos miembros tendrán que aprender a reconducir su vida sin el otro. La forma en que afrontamos esta nueva situación y en qué medida nosotros mismos seamos los protagonistas de nuestra vida, dibujará cómo será el camino en un futuro. Nuestra actitud positiva pues, será decisiva en este período de cambios. Deberemos plantearnos nuevos objetivos y valorar el hecho de que, probablemente, ahora somos más libres para elegir lo que queremos hacer con nuestra vida. Éste va a ser, sin duda, un buen momento para ponernos a prueba y descubrir nuestra autonomía, es decir, nuestra capacidad de salir adelante solos y redescubrirnos y reforzar, de esta forma, la confianza en nosotros mismos. Además, la separación nos ofrece la posibilidad de reencontrarnos con nosotros mismos, de redescubrirnos y reinventarnos, y nos facilita que nos observemos y que nos preguntemos qué es lo que deseamos en nuestra vida. Este es un período que invita a un análisis introspectivo y a identificar lo que queremos. Algunas recomendaciones para esta etapa de cambios son:
¡Quiérete! Es muy necesario fomentar el autocuidado, mimarnos, estar por nosotros, hacer cosas que nos resulten gratificantes, estar con aquellos con los que nos apetece estar.
Déjate ayudar. Es importante que busquemos el apoyo de la familia y/o de los amigos y aceptar su ayuda siempre que esto sea necesario.
Organízate. Distribuye tu tiempo de forma que te quede tiempo libre y que puedas llenarlo haciendo lo que deseas o lo que siempre te hubiera gustado hacer.
Confía. Apóyate en alguien en quien confíes para poder expresar lo que sientes.
Abandona los pensamientos inútiles. No des vueltas al porqué no funcionó la relación, ahora, eso ya no importa. Ya pasó, no hay vuelta atrás. Y recrearnos en recuerdos dolorosos, jamás, nos aporta nada bueno.
Buscar nuevas amistades. Trabajar y recuperar nuestras habilidades sociales para tejer de nuevo un círculo de conocidos y/o amistades.
No te cierres a la posibilidad de tener una nueva relación. Es bueno abrirnos a la posibilidad de volver a tener otra pareja si esto es lo que deseamos. No se trata de creer que necesitamos tener una pareja para salir adelante o ser más felices pero si, en realidad éste es nuestro deseo, lo que no podemos hacer es encerrarnos a esta posibilidad por el mero hecho de que el miedo nos paralice.
Así pues, si te has separado, puede ser que te sientas identificado con todo lo que hemos reflejado. Recuerda que debes cuidarte y rodearte de todo aquello y de todos aquellos que sientas que suman en tu vida, de los que te aportan los mejor y, si los sentimientos de tristeza, de rabia, de frustración o de rencor, perduran en el tiempo, no dudes en pedir la ayuda de un profesional.
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